Cada cierto tiempo los periodistas acostumbran a ordenar sus documentos. Son tantos los que reciben diariamente que si no practican una limpieza diaria los estantes se van engrosando traicioneramente y de pronto los armarios revientan. Ahora, después de cinco años, M. Lamordes se decidió a acometer la ingrata tarea. Y llega a sudar.
-¡Uf, cuánto papel!... pero... ¿y esto? ¡Si todavía está aquí!
-Hola, querido tío señor Lamordes... ¡cof, cof, está más viejito, cof, cof! Por fin se acordó de este pobre y triste títere...
-¡ElMonito! Casi te había olvidado, a ti y a tus impertinencias. ¿Cómo estás?
-¿Cómo que ‘‘casi me había olvidado’’, tío? ¡Casi-casi-casi!, o sea que me había olvidado de verdá, no de mentira, porque mire como me tiene adentro del clóse, en completo estado de enflaquecidad. ¡Estoy en los puros güesitos y no se cómo todavía cuedo hablar así como me está oyendo hablar, mientras tanto que como no podía hablar se me había olvidado hablar y ahora que estoy hablando me acordé que me gusta hablar, tío, así que pregúnteme para que le conteste!
-¿Y qué te voy a preguntar, si ya veo que estás vivito y coleando? Pregúntame tú, mejor.
-¿Se clasificó la selección para jugar el Mundial de Corea, tío?
-¡Pero si el Mundial de Corea y Japón ya se jugó hace dos años! Ahora viene el Mundial de Alemania.
-¡Chuta, el mundial de Alemania! Ojalá que los clasifiquemos porque yo quero comer dienesa porque dicen tío que las dienesas nacieron en Alemania.
-¿De dónde sacaste esa estupidez? Las vienesas habrán nacido en Austria.
-¿Autria no es de Alemania?
-Austria es Austria y Alemania es Alemania. Ahora, que hayan sido uno solo en la Segunda Guerra Mundial es otra cosa, pero sería una pérdida de tiempo explicarte.
-¿No ve que me está mirando en menos, tío? Por eso descués me dan los nervios de la tristeza y me dan ganas de llorar. ¿Cuánto crecí en este tiempo?
-A ver... dos milímetros. Muy poco. Te estás quedando chico.
-¿Cuánto son dos milímitros, querido tío señor Lamordes?
-Esto.
-¡Dos palitos! ¿Eso no más?
-Eso no más.
-Chuta. Quedé chico. Parece que voy a ser chico. ¿El tío Zaldívar tuavía está vivo, tío?
-¿Por qué dices eso? Claro que está vivo. Y sigue siendo senador.
-¿Y el tío Horacio Saavedra tan bien es senador... bah, tan bien está vivo?
-Claro que sí.
-Entonces yo tan bien cuedo ser chico, porque los chicos cueden ser famosos. Quero ser chico.
-El enano degollador también era chico.
-¿Quién era el enano gollador?
-El del crimen del hotel Princesa.
-¿Qué cosa es el hotel Princesa?
-¡Qué sabes tú! ¡No sabes nada!
-¡Pero si no me lee los diraios cómo quere que sepa!
-Está bien, está bien. Además, casi nadie se acuerda ahora de ese crimen. Los años pasan para todos.
-No importa tío que se ponga viejito, porque yo lo voy a seguir queriendo igual que cuando me compró un trencito ese día que me llevó al Sológico a ver al hicocótamo ¿se acuerda?
-Este... sí... me acuerdo perfectamente.
-Cómpreme un trencito.
-¿Que ya tienes hambre?
-¡Pero si no me ha dado chocolate hace cinco años! Merezco por lo mínimo como catorce chocolates. ¡No, mejor merezco por lo mínimo como once chocolates para que sepa!
-Está bien. Acompáñame a la máquina de dulces.
-¡Vivaaaa!
-Ven, dame la mano... Oye, de verdad que estás en los huesos.
-Míreme las rodillas, tengo como unas pelotitas de güeso en la mitad de las rodillas... Ah... tengo hambre... quero chocolate.
-Toma...
-¡No, espere!
-¿Qué?
-¿Ve que la embarró? Siempre la embarra para que no esté contento... ahhh... ¡guaaaaaaaa!
-¿Pero qué te pasa, El Monito? ¡Aquí está tu chocolate! ¿No lo ves? Toma, cómetelo.
-¡Es que yo quería apretar los botoncitos de la máquina!... ¡Guaaaaa!
-No llores tan fuerte, que van a escuchar. Ven, échale ahora tú las monedas y sacas otro.
-No. Tan bien quero papas fritas. ¿Cuál es el botón de las papas fritas, tío?
-Ya deberías conocer los números y las letras. Es el H-14, ¿ves? Aprietas la letra H y después el número 14. ¿Entendiste?
-Claro, pero no mucho. Esplíqueme un poquito.
-No has cambiado nada. ¿Cuál es la H?
-Eh... la H... ¿esta?
-No, imbécil. ¡Esa es la M! La H esta ésta, ¿ves?
-Ya... no me rete. ¿Por qué me reta bajito? ¿Por qué no me reta fuerte?
-Concéntrate. Mira. Este es el número 14. Un 1 con un 4. ¿Entendiste?
-Ya. ¿Cuedo apretar los botoncitos?
-Hazlo. Firmemente. ¡Cuidado, no saques el dedo!... ¿Ves? Perdimos la moneda.
-Chuta, la máquina los robó la moneda, tío. Fregamos no más... ¿No le quedan más monedas?
-Me queda la última. Ahora aprieta firme, sin despegar el dedo. ¡Eso! ¿Ves como caen las papas fritas?
-¡Viva! ¡Usté es un genio, querido tío señor Lamordes, lo malo es que es muy retón pero yo creo que con el tiempo me va perdonar porque ahora me voy a poner aplicado y no me voy a portar nunca más mal y siempre me voy a portar puro bien pero no me deje más encerrado en el clóse, ¿no ve que a lo mejor por eso crecí puros dos palitos no más?
Me yyamo ElmOnito y tengo 7 años y ¡sienpre boi en primero, nunca paso! Ni tio el señor Lamordes sienpre me reta por qe puro cree qe qero comer chocolate trencito en vez qe llo lo qe puro qero es no aburrirme y jugar. Ogalá jugar a la pelota o tan bien jugar plaistechon o tan bien pegar láminas de álbun. Ni tio es periodista y me ase dormir en el close de su ofisina. Ni tio dise que me qere bastante. LLo tan bien lo qero a él pero es muy retón. Grasia.
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